Crìticas de pelìculas

miércoles, octubre 19, 2005

SEVEN



MAGISTRAL. (Sí ya sé que es vieja pero dio inicio a las películas y series tipo CSI. El estilo de investigación forense.)

David Fincher ha sabido construir un universo propio.

Dos aspectos sustentan el cine de Fincher: uno es la ya mencionada tendencia a las historias lúgubres y tenebrosas, y el otro es el fuerte impacto visual de su obra. Las imágenes de sus películas son difíciles de olvidar.

Si no fuese así, ¿porqué desde que se estrenó Seven , comerse un plato de spaghettis a la boloñesa no ha vuelto a ser lo mismo?...

La historia de Seven nos presenta a William Somersert (Morgan Freeman), detective negro a punto de jubilarse, y a su compañero David Hills (Brad Pitt), detective blanco que inicia su carrera de detective.

Se mueven en una ciudad gris, sin nombre, en una época del año en la que no cesa de llover.

Van tras la pista de un asesino en serie metódico y versado en literatura, que para acabar con sus víctimas, recrea escenas dedicadas a cada uno de los siete pecados capitales.

De hecho, el film sólo posee una escena de acción propiamente dicha, una persecución de los detectives al asesino. Sin embargo, la escena no sólo tiene el objetivo de acelerar el pulso de los espectadores y aumentar la espectacularidad del film, sino que posee una carga dramática importante (y que cobra una nueva lectura a la luz del final de la película).

Seven , en particular, nos habla, con desazón, de los peores estigmas de nuestra sociedad: la incomunicación, la soledad, la insolidaridad, la hipocresía, la paranoia, el materialismo, el arribismo, la hipocresía...

Y lo peor de todo es que el maestro de ceremonias es John Doe (Juan Nadie), un asesino en serie atroz que se convierte en la voz de nuestras conciencias.

La historia de Seven es precisa desde que comienza, y sobre todo, en su final, tan calculado e inteligente. La puesta en escena es brillante: el ajustado uso de la luz, la forma de encuadrar los planos, la recreación atmosférica de los espacios, el ritmo que nos lleva de escenas sosegadas a otras mucho más nerviosas sin que disminuya el interés.